Saturday, June 21, 2014

Alesandra

Hola, buenas tardes, ¿cómo está Ud.? Lo veo siempre trabajando.

Pues, no, solo los jueves por la tarde me puedo quedar aquí  trabajando hasta tarde.

Bueno, ya mañana es viernes y se puede descansar el fin de semana, va a hacer algo divertido?

Voy a pasar el día del padre con mis hijas y amigos.

Ay sí, como no tengo padre ya, no pienso en el día del padre.

Lo siento! ¿Ud. tiene hijos? Les debe ayudar a celebrarlo con su padre.

Si, tengo un hijo, varon, esta con su papa el Domingo. No estamos juntos su papa y yo, pero llevaré a mi hijo al mall para que le compre un regalo. Pero los hombres son muy malos.

Hay de todo, ¿no?

Es que he tenido muy mala suerte con los hombres. Me casé en Méjico a los diecisiete años.

¡Uyy que joven! (En este momento empezé a apuntar.)

Lo conocí  un sábado y para el martes ya nos habíamos casado. Quería huir de casa, no podía mas. En casa mi padre y mis hermanos me pegaban. Golpes muy fuertes. Yo sólo quería ir a vivir con él, como pareja de hecho, pero él insistio que así no, nos teníamos que casar, entonces nos casamos por lo civil y fui a vivir con él. Era un celoso, me empezó a pegar, me golpeaba, me rompió la clavicula intentando sofocarme. Yo era muy pueblerina, le preparaba la comida, lavaba la ropa, planchaba, limpiaba la casa. Le servía la comida como a un rey. Y el me pegaba, era un celoso, también pegaba a los perros. Como niña veia a mi padre siempre pegar a mi madre, pensaba que, verdaderamente sin pensar, así es la vida. Mi esposo me mantenía, y entonces yo pensaba que él tenía el derecho de tratarme como esclava, de pegarme, pertencía a él.

¿Y qué pasó?

Un día me fui. Decidí venir aquí y cruzé la frontera.

¿De que parte de Méjico es?

De Pachuco.

¿Pero está en el sur, no? ¿Como llegaste hasta aquí?

Es una larga historia, lo pase muy mal … pero logré llegar aquí.
Me la puede contar?

Es para otro día. A las niñas y las mujeres nos pasa lo peor. No puedo aguantar que me toque nadie, que me abrazen.

Si le resulta dificil hablar podemos dejarlo, perdone que le haya obligado a contar su historia tan dolorosa.

Me interesa que Ud. tiene interés en mi historia. Ahora la puedo contar, con la ayuda de la comunidad y los medicos.

Aquí conocí al padre de mi hijo, es de Guatemala. No me pegó, pero, me ponía los cuernos, Ud. Lo entiende, los cuernos?

Sí.

No solo una vez, muchas veces, lo cache con mujeres, yo le amaba, estaba enamorada de el, lo cacheaba, lloraba, pensaba suicidarme. Le digo a Yésica, la muchachita, ella me pregunta sobre mi vida, que hubiera preferido no haber nacido, los males que me han pasado en la vida. Tengo un hermano mayor y una hermana menor, y los dos me trataban mal.

Quizas ella tomaba la parte de su hermano y no el suyo para protegerse, para que no se convirtiera en victima ella misma le victimizaba a Ud.

(Ignoró mi comentario teórico y --me doy cuento ahora-- estúpido e insensible)
Ella le chismeaba de mí, que había salido con el novio, entonces cuando volvía a casa mi hermano me pegaba. Mi mamá era como sirvienta en casa, siempre trabajando, pero yo pensaba que era justo, ya que mi padre le mantenía. Mi familia no tiene educación, pero yo no quise vivir así. Estudiaba enfermería por las tardes, despues de trabajar durante el día como sirvienta. Mi hermano mayor se dedicó a robar, mi hermana se casó, se ha llenado de hijos, muchos hijos. Ahora me tienen envidia, de mi vida, de que viva aquí. Mi madre era muy cruel, pero la mantengo, tiene ya ochenta y cuatro años. Ahora no les guardo rencor, les ayudo economicamente, soy la única de la familia que vive aquí y cuando necesitan dinero se lo mando.
He vivido una vida muy dura, me han pasado cosas muy malas, estaba al borde de la muerte, me he pensado suicidar, si tuviera otra oportunidad de vida no lo querría. Pero soy afortunada, vivo aquí, aquí hay leyes, no como en Méjico. He tenido un hijo, mi hijo es un milagro, un milagro de Dios porque yo no podía tener hijos. …
No le quería dar pena a Ud.

Perdoname a mi que le haya hecho revivir esos asuntos. Quiero pedirle permiso para escribir su historia y quizas publicarla en un blog para amigos, cambiando el nombre, pos supuesto. ¿Le parece bien?

¡Claro que sí! No hace falta cambiar el nombre.

¡Muchas gracias! ¿Se la mando para que la lea y redacte?

(Una pausa, y luego penosamente dijo:) 
No, no la quiero leer, confío en Ud. Me ha gustado platicar con Ud. Voy a seguir con la limpieza de la oficina.

¡Adiós, hasta mañana!


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